Y lo que es permitido para relaciones tan generales, pueden tomarse como validos para especificas: la relación médico-paciente, un tipo de estreches donde se expresan actos externos e internos. Los médicos, al igual que todo ser poseedor de sentimientos, conoce, actúa, habla, comparten, e inevitablemente, se ven irrigados por un sentimiento hacia sus pacientes, y a estos les ocurre lo mismo. En una cita médica, por ejemplo, pueden entremezclarse actitudes, disposiciones de los seres interiores de cada uno de los actores, y formar el papel fundamental de la relación: el afecto.
LA TRANSFERENCIA
Existe un componente que, muchos de los que han trabajado el tema de la relación entre los médicos y los pacientes, han denominado Transferencia. Sigmund Freud pudo entender a través de la curiosidad científica del sicoanálisis, que existe una dimensión de los sentimientos en los cuales la labor de “curar” pasa a ser parte de un afecto estrecho entre el médico y el paciente, el cual requiere de implicación personal de los sentimientos (Freud, S. Estudios sobre la histeria, 1895). Manifestó, que cuando el contacto de la relación médico-paciente dura algún tiempo, puede prestarse a equivocaciones: la simpatía y el interés del médico, unidos a la estima y el trato por el paciente, son suficientes para generar sentimientos positivos. Correlativamente, si el interés, la estima, el trato y la simpatía se ven afectados en esta relación, pueden desarrollarse sentimientos negativos. Freud explico que el aferro de los pacientes tanto a sus médicos, en enfermedades demandantes de mucho tiempo de terapia, experimentan una regresión sicología a su infancia; esa enfermedad crea la necesidad de que una figura materna lo cuide u lo proteja, y es ahí donde el paciente espera que el médico supla esa necesidad. Por tal motivo, los pacientes “transfieren” al médico los sentimientos que alguna vez vivieron en su infancia. Así mismo, la relación de un médico con su paciente cae a una amistad puramente externa y formal, que puede compararse con el de un vendedor y un consumidor, donde la relación es cuestión de momentos, y sin posibilidad de volverla a repetir.
Lo importante es mantener una relación, que de acuerdo a las exigencias del diagnostico, la enfermedad, la duración, el tratamiento y los procesos de rehabilitación, los médicos puedan reconocer a sus pacientes como partes de un todo que deben atender, y que lo importante es la satisfacción de este.